Cooperativa de Comunicación La Brújula, Jueves 17 de Septiembre de 2015

Otros caminos del periodismo posible

La construcción de agendas alternativas y la disputa de sentidos a los grandes medios, fueron puestas en debate durante un panel realizado en el Museo de la Memoria. Allí contaron sus experiencias proyectos de Rosario y Capital Federal. La necesidad común de espacios de producción y la búsqueda de otras fuentes. “Instaurar prácticas que van en contra de lo establecido, tiene que ver con caminar los barrios, volver a la calle y tener contacto con la gente”, afirmaron.

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por Betiana Spadillero

Diferentes experiencias comunicacionales compartieron sus recorridos y búsquedas en la construcción de agendas alternativas. En el panel “Por otros medios: prácticas contrahegemónicas de comunicación popular”, se debatió en torno a la disputa de sentidos a la hora de informar y la decisión de dar lugar avoces que no responden a los intereses de los poderes políticos y económicos. Así lo dejaron plasmado representantes de las cooperativas rosarinas La Masa y La Brújula, junto a miembros de la organización La Poderosa.La actividad se enmarcó en la Tercera Jornada de Socialización de Experiencias Colectivas de Construcción de Memorias.

Registrar las “luchas del presente”

“Nos vamos constituyendo como podemos”. Germán Mangione contó que el puntapié inicial de La Brújula fue un programa de radio, unos seis o siete años atrás. “Eso se fue transformando en una cooperativa cuando se sumaron compañeros que producen audiovisuales, diseñadores, fotógrafos, etc”. En ese camino, se forjó un modo de trabajo con fuentes confiables, “respeto a la rigurosidad” en el tratamiento de cada tema y la apuesta para generar una “línea editorial colectiva” -que hoy llevan adelante entre 35 y 40 profesionales.

Además de ser un espacio de producción de contenidos y de formación, la cooperativa sirvió para empezar a resolver conjuntamente una necesidad laboral individual. “Tenemos una impronta que es la consecuencia lógica del 2001. Evidentemente, cuando entran en crisis las instituciones, una de ellas fue la credibilidad de los grandes medios. Me parece que esa diáspora que se creó ahí fue macerando y años después nos dio la posibilidad de recuperar viejas formas de hacer periodismo”, evaluó en ese sentido.

Otra decisión en la práctica cotidiana tiene que ver con la elaboración de la agenda, pensándola como producto de un debate que pone en jaque la noción de objetividad: “Nos hemos encontrando con que tenemos muchos temas e historias que es necesario contar. Creo que eso es lo contrahegemónico: volver a hacer periodismo”. Siempre con la mirada puesta en el periodismo como “herramienta para analizar y echar luz sobre algunos procesos” de la realidad social.

En tanto, Fernando Der Meguerditchian habló sobre el trabajo del equipo multimedial, con la incorporación de formatos y soportes que enriquecen la producción. También puso el acento en el abordaje desde una ética periodística: “Uno se convierte en un periodista ético cuando respeta a la fuente, no tergiversa la información, cuenta las cosas desde el hecho y no cambiándolas”, afirmó. Asimismo, remarcó la importancia de “respetar el vínculo” con los testimonios,y señaló: “Estamos haciendo un registro de las luchas del presente, para que en un futuro se puedan tener en cuenta”. Luchas por las que los propios comunicadores se sienten interpelados, poniendo en diálogo “miradas, matices, pensamientos e ideologías”, para un “compromiso común” que impulse nuevos proyectos.

La cooperativa ha sostenido distintas iniciativas como programas de radio, el periódico SURsuelo y la revista Pintó Casita, vinculada a la organización social La Casita del MEDH (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos). Sobre esta última, Natalia Navarro dijo que se propone ser un “medio de expresión para que los chicos puedan contar sus angustias y miedos, pero también sus ilusiones y proyectos”. Esto requiere una presencia en el barrio, en este caso el Fisherton pobre, y un acercamiento a las realidades de los vecinos.

En esa línea, Navarro resaltó la necesidad estar en el territorio, más allá de las facilidades que brindan los avances tecnológicos y las redes sociales. “Muchas veces se piensa en cómo nombrar estas formas de comunicación, si llamarlas alternativas, comunitarias, populares, contrahegemónicas… Pienso que instaurar prácticas que van en contra de lo establecido, tiene que ver con tomarse el trabajo de caminar los barrios, volver a la calle y tener contacto con la gente, ser sensible con los problemas y valores que nos afectan”, asentó.

Otras apuestas

Como una “fábrica de comunicación autogestionada” se definieron los integrantes de la cooperativa La Masa, de Rosario. En su intervención, relataron sus primeros pasos desde la creación de la publicación en papel El Eslabón en el ’99 –época en la que se profundizaba el neoliberalismo en el país. Explicaron que el surgimiento se presentó como una alternativa a un proceso de concentración de los medios y de las líneas editoriales, que se “replicaban rápidamente dejando fuera a un montón de voces, de organizaciones y sectores sociales”.

En ese contexto, Juane Basso precisó que “la búsqueda fue construir un medio, de un modo solidario, horizontal”, que cumpla de algún modo con dos claros objetivos: “Hacer el periodismo que considerábamos necesario pero que a la vez sea nuestra fuente de laburo”. Para ello, tomaron como ejemplo experiencias de empresas recuperadas y otras formas de autogestión. “Todo ese movimiento nos terminó de dar la pauta que era posible la organización de los trabajadores por sus propios medios”, agregó al respecto Javier García Alfaro.

Por su parte, Alejandra, Carina y Vilo (comunicador de la publicación en Rosario) contaron sobre la experiencia de La Garganta Poderosa. “Nosotros no tenemos título de periodismo, nos tuvimos que ir haciendo a los ponchazos. No nos metimos en la comunicación por ser famosos, sino que vimos la necesidad en cuanto a que éramos estigmatizados por ser de las villas”, resaltaron. Entonces, empezaron con un taller en el que les hablaron sobre las cinco W del periodismo tradicional, “pero un compañero dijo que tenía una mejor respuesta a esas preguntas ‘por qué’, ‘por qué’ y ‘por qué’”.

De esta forma, la revista fue narrando las situaciones que viven en las villas yendo “al hueso del asunto” y apostando a las fuentes de los propios vecinos. “Queremos transmitir lo que somos y conseguir una sociedad más justa, porque parece que los villeros no tenemos derechos”, sentenciaron.

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