Falleció Eugenio Zitelli, capellán de la dictadura
Diario El Ciudadano - 30/03/18
Arte El Ciudadano / Ana StutPor Rodrigo Arévalo
La muerte del ex capellán de la Policía de Santa Fe durante la última dictadura cívico militar, Eugenio Zitelli, indignó a organismos de Derechos Humanos, ya que el juicio de la causa Feced III, en la que el sacerdote estaba procesado, fue postergado cuatro veces y finalmente el religioso falleció sin ser juzgado.
Zitelli murió este sábado tras varios días de agonía. El sacerdote católico había nacido en Casilda y tenía 85 años. Hubiera sido el primer cura juzgado en la provincia de Santa Fe como actor del terrorismo de Estado. El único antecedente en la Argentina es el del capellán Christian Von Wernich, detenido en 2003 y condenado a reclusión perpetua en 2007 por casos de secuestro, tortura y homicidios calificados. Zitelli no lo siguió por las constantes postergaciones del proceso. La muerte le llegó antes que su rendición de cuentas ante los Tribunales de la democracia. El inicio del juicio está programado esta vez para el 5 de abril.
“Estaba agonizando desde hace varios días, fue operado en diciembre de un corrimiento en su prótesis de cadera y eso le desencadenó problemas físicos y cognitivos ya que se aceleraron enfermedades seniles de base. Ya no caminaba y tenía inconvenientes cardíacos”, informó su abogado Oscar Eduardo Romera al confirmar el fallecimiento a Radio Casilda.
La abogada Gabriela Durruty, integrante del equipo jurídico de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), informó a familiares y sobrevivientes sobre la muerte de Zitelli: “El sentimiento común era de impotencia porque murió impune. La responsabilidad del Poder Judicial es ineludible porque no fueron capaces de conformar un tribunal que lo pueda juzgar en vida”.
La abogada cuestionó a la Justicia en diálogo con El Ciudadano: “Es mucho más difícil avanzar con los responsables de traje o sotana que con los de uniforme militar”.
El referente de Hijos Rosario, Juane Basso, consideró que Zitelli “debió ser juzgado hace mucho tiempo”, y si bien “hubiese estado poco tiempo preso, moría con una condena, con las cosas puestas en su lugar por la Justicia”.
“Zitelli murió alcanzado por la impunidad, que es lo que siempre pretendieron los genocidas. Si bien logramos que haya cientos de condenados por delitos de lesa humanidad, lo que es una tremenda victoria del pueblo, cada genocida que muere impune representa una pequeña derrota”, expresó a <<El Ciudadano>>.
Basso coincidió con Durruty al señalar que “las personas que no formaron parte de las Fuerzas Armadas son las más difíciles de condenar” porque “integran un sector del status quo muy poderoso”. El referente de Hijos también cuestionó el accionar de la Iglesia Católica: “El Arzobispado de Rosario protegió a Zitelli en numerosas oportunidades. Es un poder fáctico que tiene mucha capacidad de presión sobre la Justicia, que es un ámbito colonizado por los sectores de poder”.
Sacerdote en el infierno
Zitelli fue capellán de la Policía de Santa Fe entre 1964 y 1983. Varios sobrevivientes del terrorismo de Estado que pasaron por el Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario, en el edificio de Santa Fe y Dorrego, declararon que visitaba periódicamente el centro clandestino de detención que funcionaba en esa ochava, que daba misa, tomaba confesiones y también entrevistaba a los detenidos. Esos testimonios dan fe de que Zitelli tenía pleno conocimiento de las condiciones de encierro y los tormentos que las víctimas de la dictadura sufrían. Y que llegó a justificar los tormentos y torturas como un medio para obtener información. Se lo vinculó a la denominada Patota de Feced, por el apellido del comandante de Gendarmería y jefe de la Policía de Santa Fe en Rosario Agustín Feced, quien también estuvo a cargo del II Cuerpo de la policía provincial, y fue parte del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército desde junio de 1974, antes del comienzo de la dictadura.
Según el diputado provincial Carlos Del Frade, Zitelli acompañaba la tortura para sacar información y sólo le planteaba a Feced que las violaciones estaban mal. “A fines de los años 90, a pesar de haber sido denunciado a principios de la democracia por el excepcional abogado casildense Mario Censi, en medio del Congreso Pedagógico de 1986, el arzobispo Eduardo Mirás lo ascendió, mediante orden del Vaticano, al rango de monseñor. Siempre sus abogados fueron pagados por el arzobispado rosarino”, recordó Del Frade.
Zitelli estaba procesado en la causa Feced III por asociación ilícita, privación ilegítima de la libertad agravada y aplicación de condiciones tormentosas de detención en perjuicio de 14 víctimas.
Esta etapa de la causa investiga 155 casos de violaciones a los Derechos Humanos durante la última dictadura cívico militar en Rosario, por los delitos de homicidio, privación ilegal libertad, torturas, abuso sexual y asociación ilícita.
Este es el tramo más grande de la causa Feced. De las 155 víctimas, 80 son casos nuevos, es decir que no fueron juzgados anteriormente. Se estima que por los tribunales federales rosarinos deben pasar unos 300 testigos.