Un testigo aportó a la Justicia documentación clave sobre el Plan Cóndor
Diario Página12 - 07/09/2014
Uno de los documentos que contiene el “Rollo 143”Pruebas de una represión sin límites
Por Alejandra Dandan
El material, largamente reclamado por jueces y fiscales argentinos, proviene del Archivo del Terror de Paraguay. Se lo conoce como “Rollo 143” y contiene 1150 documentos microfilmados con datos sobre víctimas y victimarios de las dictaduras de la región.
El Archivo del Terror de Paraguay funcionó entre 1927 y 1992. Contiene esencialmente los archivos producidos por el departamento de investigaciones de la policía, en el que confluyeron comunicaciones de los distintos países de la región antes, durante y después de 1975, inicio técnico del Plan Cóndor. Hoy el archivo que está bajo la custodia de la Corte Suprema paraguaya es foco de atención para quienes intervienen en el juicio oral de Buenos Aires que investiga los crímenes del Cóndor. Luego de muchos reclamos y exhortos, de jueces y fiscales argentinos, un testigo logró traer al país, con el aval de la Justicia de Paraguay, la copia digital de un “rollo” completo de documentos muy buscados llamado “Rollo 143” o “Rollo Cóndor”. El “misterioso archivo”, como le dicen algunos, tiene 1150 documentos microfilmados con una numeración doble. Como en una rayuela, una serie de números propone una lectura más conocida, de pieza a pieza en la que hay datos de víctimas y victimarios. Y otra numeración, tal vez menos conocida, que es la secuencia R143 y propone una lectura más de estructura que al parecer contiene una construcción “temática” aún por conocer sobre el Cóndor. La llegada del documento fue saludado en la sala, no sólo por el contenido sino porque abre las esperanzas de generar un canal de acceso hacia el archivo que hoy tiene muchas dificultades y sólo provee documentos fragmentados.
“Estoy ofreciendo una serie de documentos, entre ellos un trozo del Rollo 143 al que todos ansiábamos, como el aire, poder verlo en forma completa porque tiene elementos muy interesantes y de mucho valor”, dijo Federico
Tatter a los integrantes del TOF 1 a cargo del juicio durante su declaración. “Se lo conoce como el Rollo Cóndor –explicó–, contiene documentos sobre la relación de las instituciones represivas. (A la luz de esos documentos) se entiende mejor la mecánica entre los G2, la policía y los militares. También los partes de las cancillerías con sus pares del exterior donde hay materiales que nunca habíamos leído sobre contactos bilaterales, sobre G2, Brasil, Paraguay y Argentina.”
Federico Tatter es hijo de un ex marino y dirigente comunista de Paraguay desaparecido en Argentina. Integra la Comisión por la Verdad y la Justicia de Paraguay. En Buenos Aires declaró por la desaparición de su padre y en ese contexto entregó varios documentos, entre ellos el rollo de microfilms numerado como 143. Se sabía que ese rollo existía. Ya habían aparecido varios documentos de los que hay allí, rubricados con el R143, pero siempre aparecían piezas aisladas. Esta copia es “oficial”. Tatter se la pidió al director del archivo, Jorge Agustín Fernández, y cuenta con el aval de la Corte. Como se verá, no es un dato menor. “Yo le dije: ‘lo llevo al Tribunal y lo presento’, es una forma de saltar la burocracia, en la confianza que será incorporado entero”.
El “rollo” es un rollo de microfilmaciones. Es una sobremicrofilmación de una microfilmación primera. La mayoría de las piezas tienen dos numeraciones distintas. “La primera da una serie del 1 al 1150 que evidencia que son del Archivo, y que sus originales están allí”, dijo Tatter. Y agregó: “Tienen además dos numeraciones, y el 143 es una re-microfilmación temática”.
Dos casos
En el Rollo 143 hay pedidos de captura de un país a otro. Documentos con información sobre la filiación política y social de ciudadanos de distintos países. Intercambios de información en los que las personas aparecen como remitos de una operación comercial. Hay invitaciones y un temario de una reunión bilateral de inteligencia militar entre Argentina y Paraguay. Otra de Paraguay y Brasil con integrantes militares. Hay casos de interrogatorios a militantes del Partido de la Victoria del Pueblo, muchos desaparecidos, cuyos familiares están declarando en estas audiencias.
Un documento del Rollo 143 es del 16 de mayo de 1977 y está numerado como 942. Lleva el membrete de la policía de la capital paraguaya. Y es un remito: “Recibí de la dirección de Políticas y afines –dice– los detenidos que a continuación se mencionan, que pasan a disposición de las autoridades argentinas:
1. Gustavo Insaurralde (uruguayo).
2. Nelson Rodolfo Santana Scotto (uruguayo).
3. José Nell (argentino).
4. Alejandro José Logoluso (argentina).
5. Dora Marta Landi Gil (argentina)”.
“El documento es escalofriante”, explica el abogado Jaime Nuguer, a cargo de una de las primeras querellas del juicio. “En la audiencia Cóndor del martes declararon los testigos Eduardo Sotero Franco y su esposa Lidia Cabrera de Franco, quienes explicaron detalladamente que habiendo estado ‘secuestrados’ en el Departamento de Investigaciones de Asunción, estuvieron alojados entre dos y tres meses con Landi, Logoluso, Nell, Santana e Insaurralde hasta el 15 de mayo de 1977. El ‘recibo’ tiene fecha 16. Lo guardias comentaron en guaraní que habían sido entregados a autoridades argentinas, que los llevarían en avión.”
A su vez, agrega, Insaurralde fue visto después en el CCD Atlético. Los cinco son “casos” del juicio actual sobre el Cóndor. Las hojas previas del rollo muestran datos personales de cada uno, se puntualizan sus militancias y que intentaban conseguir pasaportes cuando fueron detenidos.
En el libro de Stella Calloni hay datos sobre ellos. En la causa del juez español Baltasar Garzón había datos sobre el traslado de Landi y de Logoluso “en un avión de la Armada Argentina piloteado por el capitán José Abdala, el alias de Luis D’Imperio, que fueron entregados a miembros de la SIDE”. Este recibo viene a cerrar todos estos datos, dice Nuguer. “El ‘recibo’ con membrete de la Dirección de Investigaciones de la policía paraguaya da cuenta de un estilo ‘contable’ para asentar la entrega clandestina de personas entre los aparatos represivos durante la Operación Cóndor.”
Otro documento del Rollo, hoja 917, del 18 de septiembre de 1979 lleva membrete de la SIDE. Va dirigido al “señor jefe del II Dpto del Estado Mayor General de Brigada D. Benito Guanes Serrano”. Dice: “Estimado general, tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de hacerle llegar una invitación para que tres miembros de su servicio (en el grado de coronel, teniente coronel y/o funcionarios civiles de alto nivel) efectúen un curso superior de inteligencia que sería impartido por esta secretaria de inteligencia de Estado en Buenos Aires desde el 01 al 30 de noviembre de 1979. Este curso comprenderá los siguientes temas:
– Inteligencia y contrainteligencia
– Subversión y terrorismo
– Medios de comunicación social”.
A continuación, indica que está seguro que el destinatario “comprenderá que es necesario hacer el mayor esfuerzo para que nuestros niveles de inteligencia se coloquen a la altura de la situación regional, continental y mundial”. Y agrega que gastos de alojamiento, comida, transporte local y seguridad serán a cuenta de la secretaría.
Luego hay otra invitación para otro curso de 1981, que cita otro de un año antes. O sea que estas lecturas sobre la serie sugieren, por ejemplo, que pudieron haber habido tres cursos. O por ahí fueron reuniones sobre casos, señala Tatter.
El aporte
El Archivo del Terror suele ser llamado “Archivo Cóndor”. En ese escenario, todo indica que el Rollo 143 (que ninguno de los locales leyó completamente) puede ser una especificidad dentro de un universo ya específico.
Según la Guía de Archivos y Fondos Documentales del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH), el Archivo está dividido en dos partes: un fondo documental pre-stronista con documentos de la década del ‘30, y otro stronista en su mayoría, comprendido entre 1954 y 1992. Una de las principales características es que todo el archivo es un archivo de “gestión” y no de construcción de grandes análisis como otros. Los papeles suelen ser documentos operativos, de acciones y reportes. El dato más específico de este archivo es que va mostrando intercambios bilaterales de información entre los distintos países de la región antes del Cóndor, y ya durante el Cóndor de modo más “multilateral”.
“Se lo conoce como Cóndor porque existe una carpeta y varios dossier referentes a la denominada ‘acta de la creación de la Operación Cóndor’ en las cuales constan documentos sobre la ‘Primera Reunión Interamericana de trabajo de Inteligencia Nacional’, informes de inteligencia y varios documentos sobre la coordinación represiva entre los países”, explica Jorge Vivas del Departamento de Ciencias de la Información e Investigador de la Universidad Federal Rio Grande do Sul y del IPPDH. “Ya en el acervo documental de la policía stronista del período de 1954 a 1992 existe un volumen muy considerable de documentos referentes a esa conexión represiva.”
Parte de esos documentos nutrieron distintas investigaciones. Hay documentos que se hallan como prueba en el Juicio de Buenos Aires. Y lo mismo sucede con parte del Rollo 143. El fiscal del juicio, Pablo Ouviña, señala que muchos de los documentos más valiosos de ese rollo, de hecho, ya aparecieron en distintos momentos. O en libros. O aportados por Carlos Osorio del National Security Archive de Estados Unidos con copia del archivo y probablemente más ordenado que los mismos archivos. De todos modos, el problema es que esos hallazgos siempre ofrecieron sólo fragmentos. Una pieza. Una parte. En ese sentido, el aporte de este rollo es muy valorado justamente por eso: como se vio en los dos ejemplos mencionados, 1) porque puede ofrecer una lectura de conjunto para que los casos puedan leerse en serie y 2) porque una mirada de la serie completa puede generar información macroestructural del Cóndor.
“Los Archivos están compuestos por fondos documentales recuperados en distintos momentos y que reflejan la labor de diversos organismos represivos, principalmente de la policía de la capital paraguaya. Resguardan acervos documentales de décadas de gestión, a los que tras numerosos requerimientos, hasta el momento, sólo tuvimos acceso de manera muy parcial y fragmentada, incluso se remitieron documentos incompletos”, explica Ouviña. “Son miles y miles de folios y son muchos los criterios de búsqueda posibles, al punto que los resultados varían de acuerdo al que se escoja. Si bien llegar a leer todos es una tarea ciclópea, idealmente sólo una visión completa evitaría omitir prueba relevante para la investigación. Este juicio oral lleva casi un año y medio y, de la información que se fue recopilando hemos visto que hay más documentación relevante que la que fue enviada.” Como ejemplo menciona otra parte de la documentación que presentó Tatter en el juicio. “Recién al examinar un álbum completo de fotos pudo determinar la época precisa de cuándo fueron tomadas algunas fotografías de su padre que hace tiempo habían podido ver, aisladamente, en el Archivo; pudo recién hacerlo cuando vio otras fotos y preguntó a las personas retratadas cuándo habían sido tomadas. Por estas razones, pedí, hace mucho tiempo, la remisión del Archivo del Terror completo. Es un gran avance que le hayan entregado a Tatter una copia del Rollo 143 y que lo haya presentado para examinarlo. Seguiré haciendo gestiones para lograr la remisión de lo que resta.”
Calloni apunta, en cambio, al otro tipo de aporte presente en este rollo, que luego de hablar con Tatter intuye como estructural. “El rollo es muy importante porque contiene información sobre la organización militar –dice–: Siempre se dice que el Cóndor es un tema policial cuando en realidad no lo es y estos documentos vuelven a vincular lo ‘militar’ con el Cóndor. También es importante porque vuelve a confirmar que todavía falta revisar una inmensa parte del Archivo en el que no- sotros creemos que hay mas documentos”.
Tatter agrega: “Claramente, el 143 refleja en forma preponderante el alto nivel de relación vertical y horizontal, transnacional, horizontal, entre las policías, y siempre, vertical, en relación a la jefatura militar, especialmente, los departamentos de inteligencia, llamados D-II, D2, G2, de todos los países sudamericanos, dentro de la doctrina de seguridad nacional, dentro de la defensa continental en la lucha contra el comunismo y en defensa del mundo libre, occidental y cristiano. Lo explicitan”, dice. “La relación entre militares existía, la relación entre policías ya existía, tanto bilateral como multilateral en algunos casos, y en las fronteras, día a día, pero el Cóndor, es un ajuste de tuercas, es un nivel más elevado de coordinación jerárquica bajo mando estrictamente militar, donde los coordinadores son militares, y los ejecutores policías aunque también participen de las reuniones de inteligencia, y además (aunque en este 143) no se ve mucho, uno de los brazos del Cóndor sujetos a comandancia militar son las ‘cancillerías’, las embajadas, los consulados (allí hay mucho, y cada Estado aún lo tiene bajo siete llaves).”
Jaime Nuguer, abogado de la querella y uno de los primeros abogados a cargo de esta causa, vuelve específicamente al Rollo 143. Considera algunos de sus documentos “escalofriantes”. “El rollo 143 contiene numerosas pruebas documentales sobre el entrelazamiento represivo de las dictaduras del Cono Sur en los ‘70. Tanto en lo referido al intercambio de información, como al de personas ilegalmente detenidas, muchas de ellas desparecidas. Es también un llamado de atención al Tribunal sobre la importancia del conjunto de la información de los Archivos paraguayos, que pese a la tenacidad del TOF 1 por obtenerlos, durante los años pasados, no ha tenido el éxito que merece”.
La (des) organización
“Intentamos inventariar el archivo –dijo Tatter en el juicio–. Ver qué era, pero lo que para no-sotros lleva una semana, antes se hacía en segundos. O sea, cuando estaba vivo tenía una lógica, una mecánica. Funcionaba como una computadora. Pero ahora es un conjunto de papeles desordenados sin el índice. Nos llevó mucho tiempo entender que hay mucha información pero falta la lógica, está como en pedazos.”
Entre 1989 y 1992 el archivo pasó de la policía a la marina. Y se supone que en ese momento hubo un intento para destruirlo, explicó, “de parte del nuevo statu quo de la transición política”. Durante el momento de trabajo de la Comisión por la Verdad tuvieron “enormes dificultades para el acceso y era nuestra herramienta de trabajo. Teníamos que saber el nombre completo de alguno de los victimarios, por ejemplo, para encontrar información”.